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Opinión entre la vida y la muerte

Juan Carlos Dugarte Juan Carlos Dugarte Seguir May 27, 2019 · 3 mins lectura
Opinión entre la vida y la muerte
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El que poco tiene o el que mucho tiene, finge estar bien, gastando hasta lo que no tiene, conducido a robar, a matar, a riesgos indebidos, a trabajos arriesgados y hasta en el mundo espiritual son capaces de empeñar el alma al diablo. Colocando por encima las apariencias, verse bien, sin importar que tiene para comer o como está su salud fisica, su moral y su espiritualidad. Todos los roles u ocupaciones varían en lo mínimo, conocimientos puntuales que indiferentenente e insistentemente te conducen a la acumulación de capitales. Ambos, el supuesto rico y el supuesto pobre; pendejos, todos llenos de complejos, egoístas, ergotistas, masoquistas, inflexibles, fanáticos, parásitos, rateros, corruptibles, traicioneros, envidiosos, embusteros, mentirosos, incesatos, pusilánimes, afeminados, entre otros adjetivos calificativos. Quieren tener más y más, cada dia sin importar a cuenta de que lo obtienen.

El objetivo de la educación es hacerlos a todos igual, sin tomar en cuenta singularidades. Cada estudiante tiene habilidades distintas que son evaluadas desde un mismo patrón o escala de estimación. El ser humano en promedio pasa 30 años de su vida entre la educación primaria, secundaria, pregrado y postgrado, tiempo suficiente para adormecer todas sus potencialidades que fueron retardadas por el sistema educativo. Los pocos individuos que por apoyo familiar, por un ser particular que aparece en su vida o por que la capacidad es tan obvia; logran fugarse del sistema educativo se convierten en las personas más influyentes del planeta. En el mundo lo peor es hacer lo que no nos gusta y ganar lo que no nos alcanza para nada.

No esperes que la vida, el destino, el camino, la senda, la ocupación, los hobbies, las aventuras, las desventuras,… o en lo que tenga que ser haya una lección para ti. La única lección que recibirás es la muerte.

Lo que llamamos, era del desarrollo agrícola, era industrial, era tecnológica o era informática digital; todas agrupadas en una sola era, yo la llamaría era de la autodestrucción. Evidente es que los humanos debemos reparar, enmendar o adaptar es nuestra forma de vivir, en todos los sentidos. Fácil, los que usamos y lo que comemos, basado en lo que pensamos. La era que va a solucionar todo esto, es la era de los valores.

Lo que llamas vida se sostiene cada segundo a base de la muerte. Cada paso que das en la vida, es un paso hacia la muerte. Cuando digo que la naturaleza está provista de todo lo que necesitas para sobrevivir, subsistir, me refiero a los alimentos. Inevitablemente la cadena alimenticia nos conduce a alimentarnos de los que nos rodea, ese consumo puede ser reajustado, regulado y administrado. Lo primero es establecer lo que realmente necesitamos para sobrevivir. El daño es reparable, conscientemente y consecuentemente es resarcible. La atomización de la culpa nos conduce a la responsabilidad individual, en parte somos responsables, aunque los verdaderos culpables son los grandes emporios capitalistas.

Cuando hablo del estereotipo mercantilista y consumista, me refiero al esquema aceptado por los seres humanos que creen ostentar un nivel de vida, cuando lo que tienen es un nivel de gastos, seres humanos que consolidados en una posición económica prestigiosa, tienen más de lo que pueden gastar y de igual modo van a morir, sin pena ni gloria. Condenar el deseo de superación y surgimiento de un ser humano va contra la excelencia y la efectividad humana, es no es mi intención.

Numerosos ejemplos de usureria, abuso y despilfarro son fáciles de eliminar… contando con seres que tienen conciencia y capacidad de raciocinio; evitar el uso de madera, arena, piedras, la excavación de la tierra, uso de explosivos en la minería. Imposible medir los daños, ya que nadie escribe sobre eso… son millones de toneladas de árboles, millones de aves, millones de animales, millones y millones. Todo lo proveniente de la exterminación y autodestrucción ocasionada y consentida por nosotros al ecosistema de nuestro único planeta, utilizado para adornar, aparentar y también para matar grandes cantidades de personas.

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