Eurovisión en Israel. Es un hecho.
Cada cual vive su realidad, es otro hecho. Pero no podemos olvidar que nuestros actos tienen consecuencias. Eurovisión en Israel es un acto con muchísima trascendencia. Una vez más la comunidad internacional, o mejor dicho, unos señores (y algunas señoras) se dedican a apartar la mirada de los conflictos que no interesan.
Centrado este país (España) en Venezuela, mucho más lejos que Israel y Palestina, “olvidamos” que, una vez más, el dinero va por delante de los derechos humanos. En este país somos expertos en eso. A España no le importa negociar con países genocidas como Arabia Saudita, ya lo sabemos. A Europa no le importa prostituirse por el dinero del lobby judío, como se está demostrando. Con el dinero no hay etnias ni ideologías. Y así, una larga e interminable lista de fechorías que ocurren a nuestro alrededor, pero como en una realidad distante, que no es la nuestra. Sin embargo, si es relevante la política de un concreto país al otro lado del mundo… una vez más, manda el dinero, el del petróleo. Un recurso finito, del que debemos prescindir cuanto antes. Pero la óptica mediática se encarga de hacernos pensar en lo que quieran que pensemos.
No importan las pateras, no importa Gaza, ni Siria, ni las guerrillas de África, si en Occidente podemos mantener nuestro nivel de vida. Pero un hecho innegable, y que afecta a todo el planeta Tierra, acecha sobre nosotrxs y se expande como un cáncer, pronto incontrolable. El cambio climático. Mientras tanto, panem et circem.
La Palabra