El resultado de las elecciones generales celebradas en España el pasado 28 de abril asustaron a más de uno. Especialmente a personas como yo, venezolanos que recién migramos a este país, huyendo de un sistema rumbo al totalitarismo, repleto de miseria y destrucción. Un panorama poco alentador se deja ver cuando los socios de la socialdemocracia ya no son partidos democráticos, sino admiradores del chavismo e independentistas.
Debo decir que sentí un poco de esperanza, bastante ingenua, cuando en la celebración postelectoral, el presidente Pedro Sánchez se atrevió a decir que no impondrá “cordones sanitarios” cuando sus seguidores gritaban entusiasmados “con Rivera no”. Sin embargo, esa esperanza se desvaneció muy pocas horas después cuando Ciudadanos decidió mantener su postura de no pactar un gobierno con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
La postura de Albert Rivera está bastante clara en esta situación, arrebatar al golpeado Partido Popular (PP) el liderazgo de la oposición, disminuir la capacidad de los conservadores y, a su vez, ir capitalizando el descontento entre los socialistas moderados que vaya surgiendo durante el nuevo mandato de Sánchez. Es decir, una visión a futuro de conveniencia política en vista a unas futuras elecciones que lleven al liberal a la Moncloa.
La estrategia política se entiende. Sin embargo, el ciudadano común espera que los políticos tengan una visión de bienestar de país, que la prioridad a la hora de tomar decisiones sea el bienestar de los ciudadanos. Más allá de su aspiración a la presidencia de la nación, Rivera debería estar pensando en qué es lo mejor para España, un gobierno PSOE – Ciudadanos o un gobierno PSOE, chavismo, comunismo e independentismo.
Está claro que el costo político del líder naranja sería bastante alto si se retracta de su arranque de campaña anunciando una imposibilidad de gobernar con el PSOE. Pero a mí, como demócrata, también me quedó claro que aquella decisión fue un error y que en política no deben cerrarse puertas, especialmente cuando esas puertas dirigen a caminos de salvación desde un escenario que se percibe incierto y oscuro para este país.
No sé si pueda decir que Ciudadanos tuvo en sus manos la capacidad de evitar lo que se avecina para los próximos años en España, no me atrevo a decir que sean cuatro años nada más. No sé si Pedro Sánchez realmente tendría planteado formar gobierno con la formación liberal. Lo que sí queda claro, es que la política sigue siendo un juego de poder, donde poco importa el costo a pagar cuando se tiene enfrente el objetivo de llegar al poder.
Así, sin más.