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De la guerra civil a los juegos del hambre

Alex Ripoll Alex Ripoll Seguir May 24, 2019 · 4 mins lectura
De la guerra civil a los juegos del hambre
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“Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.”

La poesía es un arma cargada de futuro, este fue el título con el que Gabriel Celaya bautizó una de sus mayores obras. En sus versos, el gran poeta no enviste contra los que ganaron la guerra, contra los que le aprisionaron, y fusilaron a sus compañeros. Él carga contra los cobardes, porque la poesía no es un fin en sí, la poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo.

Todo aquel que conciba una obra blanca, carente de ideales, aunque doble la extensión del Quijote, no habrá creado más que un amasijo inerte de papeles encuadernados con vistosas tapas, cuyas palabras perderán su significado debido a la mundanidad de su mensaje, no se convertirá en otra cosa que no sea el graznido de un ser vulgar. Y no solo las palabras, todo cuando carece de significado, carece de alma. Ya que aquellos que no luchen por sus ideales, no sabrán crear literatura.

Pero el que sea capaz de crearla recibirá el mayor de los poderes; la inmortalidad, porque hasta que no quemen el último de sus libros no acabaran con él. Ya que este hombre con una pluma, será más poderoso que un cualquiera armado con mil espadas.

Podemos verlo en pinturas como el Guernica, la que puede ser la obra de arte más famosa del mundo, con permiso de la Mona Lisa. Donde el pintor malagueño no creó un cuadro que decorara ni la más noble sala, creó un instrumento de guerra ofensivo y defensivo contra el enemigo.

Esta obra es un zafio compendio de figuras que el pintor concibió para que fuese el tercer gran cuadro de la pintura española, junto con “Las Meninas” de Velázquez y “La familia de Carlos IV“, de Goya.

Estudiemos la obra con más detenimiento. Apreciando al toro, como autorretrato del autor, situado en el mismo lugar que los dos cuadros anteriores. Así podemos ver que Picasso quiso crear su propio retrato de la Familia Real, pero éste no tenía significado alguno, por lo que necesitó fagocitar un alma. Por esto, el cuadro cambio diametralmente cuando lo llamó “Guernica”, convirtiendo así la figura de Carles Casagemas, su buen amigo, que se suicidó debido a una grave depresión, en un rayo de esperanza dentro de ese panorama descorazonador, y un homenaje cualquiera, en una de las mayores obras de la humanidad. Y en ningún momento cambio el continente, lo único que cambio fue el título, el contenido.

De la misma manera, podemos recordar un evento deportivo cualquiera como la semifinal de la Recopa de 1995, donde el Zaragoza se midió con el Chelsea, y aparte del anodino ritual que es el fútbol, pudimos disfrutar de la subjetividad de las palabras y la fuerza de su significado.

En el minuto 56 de juego, se produjo una falta sobre un jugador del equipo británico, lo que provocó fuertes disturbios en la parte del estadio donde estaban aposentados los ultras ingleses. A lo que los aficionados españoles, en un alarde de modales y compostura, comenzaron a gritar al árbitro, como debía ser costumbre: “PISALO, PISALO…”. Lo cual extrañamente tranquilizó a los ingleses y permitió que el partido continuase sin mayor incidente.

Pero la mayor sorpresa llego al día siguiente, cuando nos despertamos con la noticia de que los periódicos deportivos ingleses alababan la buena conducta de los aficionados españoles, que apaciguaron el conflicto, al grito de “PEACE AND LOVE” (Paz y Amor). Éste es uno de los muchos ejemplos con los que podemos argumentar que realmente la belleza está en el interior de todo poema, libro, cuadro o canción; y que todos necesitan una razón de ser.

Pero entonces, ¿por qué actualmente no son éxitos en ventas los libros de los grandes autores, y cualquier youtuber que publique lo que piensa mientras se le enciende la videoconsola aparece en los telediarios? O como puede ser, que sagas como los juegos del hambre ganen millones, y joyas de la literatura hayan tenido que conformarse con una simple y soporífera adaptación.

La repuesta es, porque aquellas no han sido creadas para cambiar el mundo, ni como instrumento para nada; han sido creadas para ganar dinero y por eso rozan la perfección, ya que cumplieron con creces el objetivo por el que fueron creadas.

Obras sin alma valedoras de las más duras críticas, sin duda. Pero no podemos considerarlas una aberración, cuando consiguieron recaudar millones en su primera semana en salas, ya que son cine comercial por antonomasia. Películas dirigidas a un fragmento de la población fácil e impresionable, con unos personajes tan perfectamente planos que sería una tarea hercúlea encontrar un chaval de 14 años que no pudiera identificarse con ellos. Y por el resto de la trama ya es fácil dilucidar que no se ha alejado lo más mínimo de este molde, con antagonistas obvios e incapaces de reflexionar sobre sus actos, gracias a una moral inexistente. Lo que viene siendo una obra neutral, para distraer y evadir. Una historia que vale millones.

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Alex Ripoll
Escrito por Alex Ripoll