El hombre desde los inicios de su historia ha sido un ser social, que necesita de otros para sobrevivir y avanzar en la vida, desde el nacimiento necesitamos de otros para sobrevivir, ya que somos la especie que en la infancia necesita más cuidados por mayor tiempo de todo el reino animal, siendo esto, una pequeña muestra de la gran necesidad social del ser humano.
Nuestras primeras relaciones sociales surgen en nuestra familia, principalmente con nuestros padres y hermanos, esto da paso luego a extender nuestras relaciones a otros familiares, vecinos y al comenzar la escolaridad, a nuevas personas ajenas a nuestro entorno físico, y así, a medida que vamos creciendo y desarrollándonos, generamos un entramado de relaciones sociales que nos conecta con aún más personas, siendo muchas de estas relaciones necesarias para obtener resultados económicos, académicos, e incluso de ocio.
A medida que esas relaciones se van haciendo más significativas y son aprovechadas, se van creando grupos y sociedades, que a su vez crean un tejido social que los ayuda a avanzar, a resolver problemas colectivos y a desarrollarse, creando en estos grupos lo que se conoce como capital social, que podría definirse como “la variable que mide la colaboración social entre los diferentes grupos de un colectivo humano, y el uso individual de las oportunidades surgidas a partir de ello, a partir de tres fuentes principales: el afecto, la confianza mutua, las normas efectivas y las redes sociales”.
Este capital social no es exclusivo de las comunidades o grupos sociales, sino que se da en todos los espacios en los que el ser humano se desenvuelve, entre ellos están las empresas y las organizaciones, las cuales nacen se la agrupación de distintas personas para trabajar por un objetivo en común, a medida que estas empresas y organizaciones van desarrollándose, su entramado social va creciendo, creando equipos que a su vez necesitarán de ese entramado o capital social sólido para alcanzar sus objetivos, para desarrollarse y consolidarse, así mismo para poder hacer frente a los distintos cambios de ambiente empresarial y a las adversidades que puedan presentarse.
El capital social tiene una gran relevancia para que las organizaciones y los equipos de alto desempeño que las componen creen políticas que impliquen a todos los miembros de la organización, que lleven a una democratización de la dirección estratégica de las empresas, haciendo así que los trabajos sean más efectivos, así como una mayor adaptabilidad a los cambios, mayor motivación a la consecución de objetivos y un clima organizacional más sano.
Este capital social, como ya mencioné anteriormente ayuda a las organizaciones a que se adapten con mayor facilidad a los cambios y a enfrentar las adversidades de una manera proactiva, lo cual ayuda a desarrollar en las organizaciones la resiliencia, que es la capacidad que tenemos los seres humanos para afrontar las situaciones adversas de la vida, superarlas e incluso ser transformados por ellas; cuando lo llevamos a la organización, estaríamos hablando de la capacidad que tienen las organizaciones de adaptarse a los cambios del entorno al que pertenecen, así como de hacer frente a las adversidades y superarlas para salir fortalecidos de dicho proceso.
El capital social es un factor protector cuando surge una situación adversa en la vida personal, así como en el día a día de las organizaciones, pues un grupo social de apoyo sólido y a disposición de las personas o empresas que pasan por momentos difíciles se convierten en un apoyo y en un factor resiliente para hacer frente y sobreponerse a ellos, dando gran importancia a estas relaciones.
Las organizaciones cada día están dando mayor importancia a su capital humano y así mismo van dando mayor importancia a las relaciones que estos van creando y convirtiendo en capital social, por eso se esmeran por desarrollar distintas habilidades gerenciales, entre ellas la resiliencia, para que los miembros de ellas logren dar todo su potencial para la consecución de los objetivos.
Entre serás lo que debas ser o no serás nada