Los resultados del pasado domingo, día 26 de Mayo, han dejado perdedores y ganadores, pero centrándonos en Ciudadanos. Podríamos decir que no consiguió los objetivos que se había marcado: sorpasar al PP y hegemonizar el espacio de la derecha. Ni una cosa ni la otra. Ahora bien, como en el 2015, volverá a ser clave para decantar la balanza entre el PSOE o el PP.
No obstante, dichas decisiones tendrán consecuencias a nivel nacional, que serán aprovechadas por sus adversarios. Tanto si da alcaldías o autonomías al PP, ya que tendrá que hacer como en Andalucía, entenderse “indirectamente” con VOX. Como si las da también al PSOE, porque Pablo Casado lo aprovechará para vender la imagen que se habrá vendido a Pedro Sánchez. Cuando había dicho anteriormente, por activa y pasiva, que no lo haría.
Y ese es precisamente el error que cometió Ciudadanos durante la campaña electoral de las generales del mes pasado. El negar cualquier tipo de acuerdo con el PSOE, aunque le funcionase electoralmente. Pero en política nunca hay que pensar en los beneficios a corto plazo,
más que nada porque el tablero político español se ha italianizado. Entonces ya no es quién gana los comicios, sino la capacidad de llegar a pactos después, los cuales pueden permitirte gobernar, incluso, si has perdido.
Por ello, ahora Ciudadanos se encuentran en un dilema. Asimismo, si saben cómo explicarlo bien, pueden dar la vuelta a la situación, pasando de una debilidad anunciada a un fortalecimiento inesperado.
En otras palabras, poniendo en aprieto a los demás.
Ya han empezado a poner condiciones bastantes duras a los candidatos socialistas de Castilla y León, por ejemplo. Si quieren entrar en el poder en dicha comunidad deberán aceptar estos puntos: Renunciar a las posturas separatistas y populistas que mantiene su líder Pedro Sánchez y el compromiso firme al 155.
Si lo rechaza, Albert Rivera, podría vender la imagen de que el PSOE castellano-leonés no está por la labor de defender la unidad de España. Y eso en tierras castellanas no sería visto con buenos ojos. Así como en Aragón y Murcia que también depende de ellos. De manera que anularía la pataleta de los populares. Ya que no habrían dado la llave de la gobernanza a unos socialistas enemigos de la patria. Porque se habrían comprometido a defenderla en aceptar las condiciones ya citadas anteriormente.
Por otro lado, esto le puede llegar a compensar. Un cambio de cromos como en la Comunidad de Madrid. En el ayuntamiento de Madrid podría ser Begoña Villacís la futura alcaldesa con los apoyos del PSOE. ¿Se negaría el PP? Estaría dificultando que el desahucio de Manuela se produjese. A la vez que quedaría en evidencia que no puede vivir sin la extrema derecha de VOX. Otra vez que anularían a los populares. Además de amargarles la única alegría que tuvieron en la noche del 26 de Mayo.
La cosa no se queda aquí. En Cataluña pueden remediar los malos resultados que han obtenido. En especial los de Barcelona, donde Valls no obtuvo lo esperado. Aunque se vean obligados en acabar dando la alcaldía a Ada Colau, como ya ha apuntado Inés Arrimadas, “habrá que escoger lo menos malo”. Y lo peor es permitir que en la capital catalana los independentistas, de la mano de ERC, se hagan con el consistorio. Simbólicamente les daría un golpe muy duro, ya que nunca antes habían ganado.
Por todo ello, dependerá de la estrategia que lleve a partir de ahora Ciudadanos, pasando de la veleta naranja, que algunos le catalogan, a la espada naranja. El que se niegue perderá la cabeza ante sus electores y adversarios. El negarse a sus condiciones les dejaría quedar en un mal lugar por las razones ya explicadas.