Si, me he levantado de la cama a esta hora, 12:03 am porque no dejaba de rondar en mi cabeza la idea de escribir sobre algo que realmente no dejaba de pensar. Cuatro o 5 vueltas en mi cama fueron necesarias para tratar de convencerme de no hacerlo pero, fue en vano. Al final, sé que nunca me arrepentiré de decirlo y siempre seré recordado por hacerlo pero, debo preguntarle al mundo entero: ¿Qué moral?
Hoy en día se habla mucho acerca de la moral, de la moral de la sociedad humana moderna y debo acentuar que no sé en qué ámbito pueden estar hablando esas personas. Cada vez más escucho programas de radio y veo programas de televisión o shows por internet en redes sociales, que redundan demasiado en un tema que se les escapa de las manos a cuanto predicador de que la moral exista.
¿Qué paso? ¿Dónde están esos grandes cambios enigmáticos con los que nos alborotaron las energías innovadoras del crecimiento personal y los libros de auto ayuda? Es como preguntar: ¿Dónde quedó el sueño americano? Como si tuviera algo que ver (sarcasmo).
Si me doy la oportunidad de hacer una retrospectiva histórica a través de los anales de la sociedad moderna, me doy cuenta de que la perseverancia se ha vuelto inmoral y que muchos de los valores inculcados por aquellos jóvenes padres en los setentas y ochentas, ya se han ido degradando al punto en el que, hoy por hoy, somos una comunidad de hombres y mujeres haciendo lo que nos da la gana sin ningún tapujo y sin ningún taboo. Como si la moral fuese inmoral, como si lo bueno fuese una opción y no un deber. Como si rayar accidentalmente la pared del vecino con (ustedes imagínense cualquier objeto que raye) y no decirle o al menos tratar de enmendar el rayón para sentir que hacemos lo correcto, se convirtió en algo inmoral o incluso de mal gusto. Y ni decir si el vecino se molesta. Ahora hacemos lo que nos apetece y como sociedad moderna, parece que eso está bien.
Ojalá todo terminara allí, en el rayón pero no, no señores, esa historia apenas es un grano de arena en un ventarrón de polvo que le está tapando la humildad a más de un líder nacional y/o mundial, y es allí donde quiero ahondar más en el transcurso de este articulo.
Hemos estado viendo una gran cambio a nivel mundial con respecto a la concienciación sobre el medio ambiente, el uso mejorado de los recursos renovables y limpios, como también he puesto el ojo en ciertos ámbitos de comercio y política, lo cual ha sido un gran logro, lo debo aceptar, por parte de muchas organizaciones privadas y gubernamentales. No quiero criticar dicho logro y no lo haré, solo que al ver el crecimiento exponencial del deterioro que no tiene nada de gracioso o perspectivo con respecto a la moral “humana” me siento en la posición de decirle: pueden irse a la (grosería no incluida) como especie, y si me tengo que ir a la (grosería no incluida) junto con ustedes pues, primero publicare este artículo.
“Nadie cambia si no quiere cambiar” “Para que alguien cambie, primero tiene que querer cambiar” ¿Es un chiste? He escuchado a muchos decir esas “hermosas palabras”, desde hace tiempo, usándolas como justificativo técnico y ponderante profesional a cualquier declive hecho por una comunidad que no acepta los cambios por completo, sino solo hasta donde les conviene.
Pues hoy, yo no acepto palabras hermosas ni dulces escenas de algún canal (no incluyo nombres) que me diga lo bonito que es el acuerdo de muchos países en combatir el cambio climático, o la mejora en las relaciones entre los estados soberanos del medio oriente. Quiero escribir sobre la verdad, y la verdad (que siempre va a doler) es que la humanidad se está olvidando de su problema más importante: la falta de moral. Y aunque preferiría decir una gran grosería con el mayor sentimiento que se pueda, espero que esto sea leído por un gran rango de edades, así que decir algo con más cortesía expresará en palabras entendibles lo que quiero dar a ver.
Parece ser que hasta el momento los responsables de impartir las lecciones de moral desde casa, colegio, universidades; trabajo; gobierno y sociedad en general, tienen un gran falo metido en la boca como el mayor de los placeres haciendo de cuenta que, no hablar del tema, será lo más seguro que se pueda aplicar para proteger a cualquiera. Están equivocados.
He conocido jóvenes a los que les importan muy poco los cambios a realizar para mejorar el sistema de convivencia en su entorno estudiantil de secundaria y bachillerato. Es verdad, es un cambio difícil, son adolescentes pero, para eso existen muchos caminos y técnicas psicológicas que ayudan a la verdadera absorción del conocimiento impartido, así que no hay excusa de que en las escuelas los jóvenes tengan pandillas armadas y jovencitas embarazadas. ¿Dónde yacerá el problema? ¿Dónde están los padres? Porque es allí donde debe empezar la moral, ¿estamos de acuerdo?
Una vez vi un vídeo en el cual una adolescente de bachillerato, azotaba la cabeza de una compañera de estudio contra el asfalto hasta matarla. Puedo decir con certeza de que es una de las marcas más emblemáticas que tiene la ausente educación moral que reciben estos muchachos hoy en día. Obviamente dejaré la infografía de dicho episodio en blanco, el vídeo lo vi hace muchos años y no lo he encontrado para hacerle la reseña adecuada.
Pero, ¿es justo que un padre tenga que soportar la muerte de su hija solo porque vivimos en un mundo como el que tenemos ahora? Yo digo que no. Aunque la “ley” se haya encargado de la “asesina” (le cabe el título) no se ha encargado de prevenir, asertivamente, el problema real. Puede haber muchas normas y leyes que regulen lo que pasa dentro de un ambiente estudiantil y laboral pero, de nada sirve si aquellos valores no son reforzados y forzados a cumplir con los requerimientos reales del mundo moderno.
Yo soy joven, apenas cumpliré 27 años en pocos meses y eso no me da mucha ventaja con respecto a algunos hechos que asoman a refutar mis palabras en lo que esto sea publicado pero, les digo atentamente a todo aquel que quiera hacerlo: ¿Cuál moral?
“Quien se mete a redentor, sale crucificado” es un dicho que se extiende como advertencia a todo aquel que quiere hacer sentir su desespero contra la apatía y la ignorancia selectiva que tienen algunas personas. Algo así como: mejor no digas nada, que a nadie le gusta escuchar la verdad y si la dices pues, aguántese porque lo van a joder por sapo. Sé que es la forma más criolla de explicar ese refrán tan insolente y degradante.
En lo personal, le tengo mucha rabia a una persona falsa. Para mi, honestamente, es muy inmoral ser quien no se es en realidad. No me cae nada bien, aquel que quiere complacer a todo el mundo a costa del sacrificio de sus propias aspiraciones naturales. A aquel que es infeliz complaciendo a los demás esperando su aprobación, me provoca meterle un puñetazo en la boca para hacerle despertar de esa ilusión tan vacía. Me encanta que la gente sea feliz, mientras no le haga daño a nadie y pueda expresar sus actitudes sin caerle a golpes a nadie o alterar el orden público. Y por eso, seré yo mismo en estas palabras.
Se ha demostrado con muchas pruebas que la sociedad de hoy tiene miedo de si misma y que se niega a aceptarlo. Como un ejemplo más, puedo decir que los romances de hoy en día son tan secos y disfuncionales como un motor nuevo mal atendido. Hoy por hoy hay parejas que nacen de un encuentro que nada tiene de casual o divertido y que sus expectativas individuales, las creen tan vergonzosas que prefieren callarlas y dejarlas de lado hasta tomar un par de tragos y desinhibir los bajos instintos. Ya no hay aquella conversación de “quiero conocerte, saber qué piensas del color de la línea blanca de la calle, o del olor del aire en una mañana lluviosa”. Ahora muchos hombres (y les voy a dar duro porque es la verdad) quieren sexo sin compromiso y sin ataduras, a pesar incluso de tener una esposa en casa esperando con sus dos hijos a que papá llegue a cenar. Jajaja, me río en sus caras, sé que un gran porcentaje de mujeres odian la idea del sexo sin compromisos (y no sonrían señoritas, casi llego con ustedes), para muchas de ellas es lo mismo que ser una puta.
Como si no bastara con lo anterior, la crianza de los hijos, bajo la instrucción de los hombres se ha vuelto una batalla campal de géneros. Muchos hombres encuentran completamente inmoral la sexualidad declarada de cualquier otra persona, llámese homosexual, transexual, transgénero, etc…, pero no encuentran nada inmoral el no respetar y el no aceptar el bienestar psicológico que aquella persona pueda sentir luego de presentarse al mundo como realmente quiere hacerlo. Pareciera que no hay nada de inmoral en distribuir dentro de la mente de los hijos, el odio y discriminación, contra personas con diversidad sexual. Ni que hablar del machismo. Deberían ponerse a pensar por un instante en que, con eso se nace, y que puede haber la gran posibilidad de que un hijo les salga gay, transgénero o algo más “inmoral”. Así que señores, a enrollarse la lengua en cuanto la crítica destructiva sobre la identidad sexual de otros.
Ojalá se acabara el asunto de los romances actuales pero, como nunca se puede contar una buena historia sin hacer uso de todos sus protagonistas, voy a darle entrada en escena a una muy curiosa actitud que me ha dejado perplejo he incluso algo desencajado psicológicamente hablando, en lo que va de los últimos seis años de mi vida. Las mujeres creen que los hombres tenemos telepatía o leemos la mente. Un valor moral que se ha perdido con el tiempo y que ya casi no existe entre un gran porcentaje de la sociedad incluyendo a las mujeres, es el expresar correctamente lo que se quiere obtener de una situación o de un hombre en este caso. Voy a tomar el toro por los cuernos y les diré, que si quieren igualdad, serán tratadas con igualdad y después no tendrán derecho a replica, porque, como dice el refrán: “no es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar”. Él feminazismo se ha acentuado en un gran número de regiones alrededor del mundo hoy en día. Lamentablemente ese feminismo sano que se había propagado por algunos reglones académicos y profesionales se ha disipado para dar muestra a una guerra de cuerpos desnudos pintados de rojo con una toalla sanitaria pegada en el diorama de una vagina que es usado como sombrero en una manifestación en apoyo al “feminismo” en una calle en Nueva York.
¿Cuál es la moral de gritar frente a personas estupefactas por tal espectáculo, que quieren liberar el pezón y la depilación de axilas? Hay cosas más importantes en las cuales pensar, de eso estoy seguro. Y no, no acaba allí, ojalá se pusieran en los zapatos de los hombres y vieran el mundo como lo vemos la gran mayoría de nosotros: Esto es genial (sarcasmo). Quieren que pensemos como ustedes pero es imposible tomar un momento para sentarse y explicarnos, sinceramente, qué es lo que les pasa. No hay nada de vergonzoso en decir lo que se siente, en serio. Les hago una pregunta, a la que les pediré a las mujeres casadas que, por favor, no respondan. ¿Cuándo fue la última vez que su novio les dijo: ¿Qué es lo que realmente quieres? Y ustedes lo tomaron de la mano, se sentaron juntos, frente a frente, y ustedes le dijeron a él exactamente lo que querían decir? ¿Cuándo? ¿Se dan cuenta de que es parte de la buena moral de una persona equis, decir y expresar con claridad las situaciones que les atañe a una relación de pareja? Si, hay hombres que son unos asnos pero es debido a la falta de moral que hay de parte y parte, empezando por la disfuncional relación que ambos crean desde el principio y después de allí, el hogar, los hijos, la familia, pare de contar, que eso pasa. Espero que comprendan ese pequeño y elemental detalle.
Como quisiera que esto acabara pronto, voy a poner más condensada esta “paraula” (palabra, en catalán)…
No puedo decir que mis esfuerzos por recuperar aquella moral perdida hace tiempo (en la última década) sean de mucha ayuda a la humanidad, ojalá así fueran pero, dentro de las cosas hipócritas que dicen hoy en día muchos de mis congéneres en este planeta, hay una que me tiene dando vueltas en la cabeza desde que estaba en la cama hace casi una hora antes de escribir este artículo: el cambio empieza por mi. Tengo la inocente y pueril esperanza de que algún alma, manchada por el desorden e intransigencia de este mundo moderno, pueda tomar estas palabras y pararse a las cuatro de la mañana a compartirlas en sus redes sociales o donde le apetezca, porque sabe que hay cosas más importantes que atender en el mundo a pesar de tanto meme y tanta modelo (en cierta página con una camarita).
La moral, señores, damas y caballeros, es algo que se nos está pasando de moda.
-Tratar a los demás con educación y respeto, sin que crean que es coqueteo.
-Pararse a decir más de una verdad a voz populi, porque es lo correcto y no porque uno sea sapo.
-Darle su debido lugar al respeto a los animales y el medio ambiente.
-Saber que no hay necesidad de xenofobia ni racismo o clasicismo de ningún tipo, que todos somos humanos. Pues bien lo dijo Pancho Villa: el respeto al derecho ajeno es la paz.
-Que hay una necesidad urgente de un cambio en el sistema geopolítico en todo su espectro con respecto a la corriente de vida que llevamos desde hace 60 años.
Y se los voy a decir por lo claro, estamos fritos, si la moral no se incluye como principal tema en los cambios por hacer para asegurar la continuidad de la humanidad en los siguientes años.
Augusto Suescún.