En búsqueda de motivos y del sentido lógico para mis cuestiones pendientes, me encuentro volviendo una y otra vez a una tumba que nada tiene que ver con un nuevo comienzo, sino más bien con movimientos en círculo que me alejan mucho de la felicidad.
Le ponen montones de nombres, y me aburre tener que escuchar recomendaciones. Yo sé que yo, inconscientemente, volví, que yo inconscientemente dejé las puertas abiertas para que entren los mismos de siempre. Y ahora que lo sé, sé que tengo que actuar diferente. Más de una vez es realmente agotador. Trabajar sobre el espíritu con una rutina como la mía es difícil, y encima esta sociedad en la que vivimos es completamente tóxica. Y yo estoy intoxicada. Me doy cuenta de que ni siquiera sé escribir como en mi mente creo que escribo. Y mi rutina y la tuya, y la de los que vendrán, me aburre. No es para mi. No elegí esto. Caí acá, y eso no está bien. Por eso estoy sufriendo, porque sé lo que quiero y lo que puedo hacer. ¿Quieres saber un secreto? Hago lo que quiero. Siempre.
Si vos estás leyendo, me enoja, porque es más que probable que no puedas comprender cómo me siento, porque si te conté que escribí algo habrás venido a leer queriendo encontrarte con el estilo de redacción de un autor que ves en la tele, en Instagram, en todo eso que te queda más a mano. Y lo lamento. No porque seas vos (no sé quien sos vos ni me importa), sino porque sos un montón de gente zombie que no se da cuenta de que los zombies estuvieron de moda porque, en algún punto, encontraste un espejo.
Como me hace enojar la idea de que existas, de que leas, de cruzarte, de confiar en vos.
Por favor, salí de mi círculo. Me estoy curando, como puedo, de a poquito, y vos sos no tenes valor para mi.
¿Quiénes somos?