Tengo 23 años, no tengo hijos biológicos, más sin embargo, siempre bromeo diciendo que tengo 38 hijos! Soy maestra de inglés de primer año de primaria, llevo 4 años laborando, quiero a cada uno de mis alumnos con un pedacito de mi corazón, y esta es la razón por la cual soy pro aborto.
El colegio donde trabajo es privado, las colegiaturas son algo elevadas, solo padres de familia con trabajos bien pagados logran darse el lujo de inscribir a sus hijos.
A lo largo de mi carrera profesional, me he topado con alumnos de todo tipo, alumnos con padres increíbles, que incluso en pequeños detalles se puede notar el cariño que les tienen, mandando notitas como “¡Eres el mejor, disfruta tu día!, te quiere mamá”. Niñas y niños que por su actitud y desempeño, logran mostrar el reflejo de sus padres en la crianza, alumnos felices que disfrutan al máximo su niñez.
El otro tipo de alumnos es el que me rompe el corazón, podría elaborar una larga lista de experiencias que he vivido con estos alumnos. Pondré de ejemplo a un alumno de seis años, lo llamaré Roberto, un niño , grosero con sus maestros y compañeros, no lo culpo, ha aprendido de su entorno familiar, que a gritos se piden las cosas, durante la semana recibo muchas quejas por parte de sus compañeros, desde que pega, ofende, hasta que tiene mal olor, me he enterado que su mamá no le insiste a que se bañe, su desayuno viene en un plato desechable con un papel de aluminio encima.
Por lo que sé Roberto es un niño que a pesar de que su familia es económicamente estable, no le dan la atención ni cariño que requiere, pasa gran parte de su tiempo en casa, jugando con la tablet.
Se ha hablado varias veces con la mamá de Roberto, su papá está en Estados Unidos y solo se comunican por videollamada, la mamá tiene a lo mucho 26 años, ella alega no tener tiempo para el niño, diciendo que tiene que trabajar, que no puede sentarse a hacer la tarea con él, no le interesa en lo más mínimo los problemas académicos de Roberto y mucho menos sus problemas emocionales, tampoco tiene interés por cambiar su forma de vida.
Desde que me percaté de las necesidades que tenía Roberto, comencé a ser más atenta con él, intentado enfatizar las cualidades que tiene para que logre ver que es capaz de muchas cosas. Hay días buenos y días no tan buenos, me tiene mucho cariño, me abraza, y yo lo abrazo de regreso. A pesar del cariño que le tengo, me ha costado aceptar que hay cosas que no puedo cambiar.
Roberto es solo un ejemplo de muchos. En mi trabajo es común ver a madres y padres infelices, anhelando una vida diferente y/o comportándose como si no tuvieran una vida por cuidar.
Siempre he sido partidaria de la educación sexual y los métodos anticonceptivos, para evitar llegar al aborto. Yo solía pensar en el aborto como una última opción, en caso de violación o alguna cuestión médica, solía pensar que las mujeres que se embarazan por no cuidarse no debían tener permitido abortar ya que consideraba que debían hacerse responsables de sus actos.
Pero después de lo que he visto y presenciado, me doy cuenta que estaba equivocada, una mujer no debe ser mamá si no es capaz, si no se siente lista, y si no tiene las herramientas para criar a un hijo.