La educación empezó a ser cuestionada desde niveles estrictos, hasta el punto de llegar a hacer que un título en papel fuera un requisito y no lo que una mente contenía, o de dónde provenía su jerarquía. No desvalorizo las grandes mentes que han cambiado al mundo gracias a eso. Hemos visto a grandes personas sin completar un estudio, o que tienen más conocimiento que otra que sin que hayan podido ir por lo menos a una institución básica, logrando hacer cambios no solo a las personas sino al mundo entero.
Mis palabras no van con la intención de ser una detracción a la educación, es detallar una experiencia que todavía se sigue rigiendo en las instituciones de formación evadiendo elementos de vida que se deberían enseñar como una disciplina para su crecimiento. Madre y Padre son sus primeros maestros, allí se encuentran los primeros valores que uno adquiere y se aplican por el resto de la vida.
Hay hogares en donde el aprendizaje se vuelve un espacio de supervivencia; valores donde tal vez sean enseñados pero no de la forma en la que si tú o yo la aplicamos en nuestra vida nos dará como resultado: el amor, una vida con integridad, con la energía de disfrutar, de poder entender que el mundo no es malo, son malos aquellos que no comparten su conocimiento a quienes lo necesitan, su felicidad al triste, sus riquezas al pobre, su sonrisa al enojado, su actitud de alegría al que se encuentra vacío, su fe al que se encuentra perdido, el amor al que ya no cree que eso pueda existir, porque una familia no se las enseñó, como una palabra más que se encuentra en su vocabulario.