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Ni una menos

Rabia Rabia Seguir Jul 17, 2019 · 2 mins lectura
Ni una menos
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”-¿Quién te va a querer así? Puta y golpeada.”
Las costillas apretadas contra mi piel recibieron otro impacto. El olor a alcohol de su aliento me provocaba nauseas.
Saboreé la sangre en mi boca, una vez más.
“-¿Quién más que yo puede quererte?”
Quería gritar, correr, llorar, esconderme, pero mi cuerpo completamente amoratado no se movía.

La televisión encendida transmitía el noticiero “-otra chica muere en manos de su pareja.” -La voz imparcial del presentador carente de emoción narraba la historia de un nuevo asesinato, con la misma ligereza con la que pronostican el clima.

Me levantó del suelo, me puso de pié y me abrazó.
Sus abrazos dolían más que los puños. Así comenzaba de nuevo su maravilloso guión, me pedía perdón, abrazado a mis piernas, de rodillas sobre la cerámica blanca manchada por la sangre de la última golpiza. Mi sangre.
El noticiero repetía, la imagen de la chica, y su familia angustiada llorando ante las cámaras que no respetaban su duelo.
Se parecía a mi, lo pensé y sonreí. Y lo supe en ese exacto momento.
NO QUIERO MORIR.
La bestia que ahora lloraba como niño sujetado de mis piernas me miró.
“-¿De qué te ríes, acaso te burlas de mi?”
“¿Quién te va a querer así? Puta, golpeada y encima te crees tan cabrona como para sonreir.”

Me tomó del cuello y me levantó en el aire, sentía que mis pies colgaban en el vacío. Tomé fuerzas de donde pude, y lo alejé de mi.
Corrí hacia la puerta, y salí, las piernas delgadas me temblaban. Hacía frío.

Corrió tras de mi pero lo vi tastabillar en el último escalón, antes de llegar a atravesar el portal.

Quizá por suerte, o gracias al licor, al licor y a la chica del noticiero, o quizá gracias a la sangre, llevaba puesto mi vestido en pleno Enero, hacia frío, había nieve, llevaba el pelo suelto, la nariz rota, los labios partidos, y mucha vida.

Tras 18 meses de encierro, el mismo panadero que trabajaba frente al edificio donde viviamos llamó una vez más a la policia. Pero esta vez yo estaba del otro lado de la puerta, del lado que no dolía.

Si ya me lo había dicho mi madre, que ese tipo no me quería. Pero yo tan tonta, ni siquiera había sospechado cuando me sacó el teléfono, o me dijo que nos mudaríamos porque le molestaba mi familia, porque ellos no me querían como él.

El licor, la chica del noticiero, la sangre, su familia llorando, el recuerdo de mi madre, el frío en Enero, los 18 meses de encierro, y el sonido de las sirenas. Ya no tengo más miedo. No seré un número más en la lista, no seré la chica del noticiero.

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Rabia
Escrito por Rabia Seguir