Me resulta un poco extraño todo eso del polerón de licenciatura. No le veo el sentido a usar una prenda con los nombres de 30 personas que ni si quiera son tus amigos y, probablemente, no volverás a ver.
Es entonces cuando pienso que más que solo recordar a tus compañeros (que puede que te hayan hecho hasta bullying), tiene un significado más profundo. “El uso de una prenda que me recuerde lo importante que fue mi paso por el liceo, por consiguiente, mi adolescencia”. Un símbolo bien extraño a todo esto, ya que es bastante común oír la metáfora de “colegio-cárcel”. Pienso entonces en una especie de síndrome de Estocolmo, un extraño amor a mi época donde fui preso de un sistema educativo que nunca me satisfizo y que siempre repudié. Rarísimo, ¿No?
Otra cosa que pensé, fue en que quizás tiene un afán como de personalizar o customizar todo, en este caso, el outfit de un futuro universitario con este símbolo de adolescencia, como para no olvidarlo quizás, hacerle creer al mundo que estamos orgullosos de haber establecido lazos con el listado de desconocidos que llevas en la espalda.
En el fondo los motivos dan lo mismo, porque aquella prenda terminará, inevitablemente, en el trapo del aseo en casa de mamá. Y así, convergen un personaje de los Simpsons, el seudónimo que eligió el Otaku de la clase (en japonés impronunciable) y tu nickname adolescente entre el cloro y la mugre de las baldosas.