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Bang! Estás Muerto

Omar Gutiérrez Omar Gutiérrez Seguir Sep 13, 2019 · 4 mins lectura
Bang! Estás Muerto
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La noche del 4 de agosto, el domingo, un joven mexicano conocido como MKLeo celebrababa su triunfo en el torneo más grande del mundo en cuanto a videojuegos de peleas, que tuvo cede en las Vegas. Gente de la comunidad de videojugadores, en su mayoría estadounidenses, lo felicitaron por su logro.

El día anterior, en un centro comercial de el Paso, Texas, un joven de 21 años de nombre Patrick Crusius entra disparando con un rifle de asalto AK-47 a tantos migrantes y latinos cómo le sea posible, dejando un saldo de aproximadamente 22 muertos y 26 heridos, según la BBC.

Cómo es que un chico americano mata a tantos mexicanos como le es posible en el mayor ataque con armas de fuego desde el 2017, mientras que un chico mexicano es felicitado por personas de la misma nacionalidad del asesino?

No es un secreto que en Estados Unidos siempre ha existido un descontento en cuanto a la migración desde que el país se convirtió en país. Un descontento que desembocaba en violencia en contra de los migrantes. Sin embargo, con el tiempo, esto fue obligado a ceder, terminando en un simple resentimiento en contra de los extranjeros. Un resentimiento que escarbaba muy profundo dentro de las mentes de aquellos blancos racistas, quienes aseguraban que los migrantes eran invasores. Ahora hemos sido testigos de lo que ese resentimiento puede causar en una mente desequilibrada como la de Patrick, quien condujo 9 horas desde su casa hasta el Paso con la sola idea de matar mexicanos, después de dejar en internet un manifiesto en el cual, se asegura, se utiliza mucho dialecto de “supremacía blanca”.

Otro factor es la facilidad con la que un chico de 21 años puede conseguir un rifle de uso militar. En un país donde comprar armas es como comprar chicles, sin ninguna clase de restricción que pueda considerarse fuerte, como un examen psicológico o algo similar.

Recordemos que con el atentado de Columbine en el ‘99, el ex presidente Clinton metió las manos en cuanto a la venta de armas con una reforma que su sucesor, George “me super mamá la guerra” Bush, no renovó. Y así, como si fueras a sacar un juguete de las maquinitas de la comida china, podías obtener un rifle.

El tercer factor, quizás el más importante, es el propio presidente Donald Trump- a quien, se confirmó, Patrick admiraba-. Si la memoria no nos falla, ese hijo de su reputisima madre ganó con el slogan “Make América great again”, y un discurso que se basaba, principalmente, en acusar a los migrantes de echar a perder el país que nos regaló McDonalds y a Mickey Mouse, y alentar a los verdaderos americanos a retomar lo que por derecho- olvidando que ellos le robaron esas tierras a los indios, nativos americanos, o como sea- era de ellos. Mierda salía de su boca, pero llegaba a oídos en los cuales aquel resentimiento antes mencionado existía como una astilla metida entre las uñas. Ahora tenían quien los alentará a odiar, a sentirse con el derecho de expulsar a los invasores extranjeros. Tenían como líder y orador al presidente del “mundo libre”.

Es correcto acusar al presidente Trump de esto? Claro, su propio país lo hace. Desde amas de casa a celebridades y senadores, todos culpan al presidente color dorito de alentar el odio, la intolerancia y si, el uso de armas en contra de seres humanos, un sábado en la tarde.

Quizás no deberíamos criticar el control de armas, siendo nosotros el que posiblemente sea el país más violento del continente con un asesinato a mano armada cada 25 segundos. Sin embargo, tengo la retorcida y quizás pendeja idea de que, entre el que un narco mate a otro por drogas y dinero, y que un morro blanco mate a alguien moreno solo por ser moreno, hay una diferencia y una línea que requiere ciertos trastornos mentales para ser cruzada.

Realmente no hay mucho que decir, ya que esto no es como un viejo tonto con poder comprando jamón de 31 mil pesos- de lo que probablemente hablaremos después-, Salvo que es lamentable y triste ver como un homicidio en masa nos recuerda cuanto le encanta al ser humano matar a otros por razones pendejas e irracionales. Nos recuerda lo mal que puede estar una sociedad que, mientras pelea por causas como el derecho de los perros de ir en el asiento de adelante del carro, clasifica los ataques armados como “violencia domestica con homicidio en primer grado”, en vez de como un crimen de odio.

Nos hace pensar, también, que quizás el muro no era tan mala idea después de todo, ya que nos mantendría a Salvo a nosotros. Quien sabe, puede que un día uno de esos morros pendejos consiga un tanque y unas granadas y se venga de este lado a ver qué pasaba.

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