No importa cuántas veces digas que mi ropa es bonita, que me queda bien, que quieres ir conmigo a comprar cosas para ver dónde las consigo, ya sé que te parece de mal gusto todo lo que uso, hasta los cuadernos, pero no me molesta, creo que es normal en nuestra etapa juvenil mentir para complacer, sentir celos, envidia o burlarse de los demás por cualquier cosa, lo que me molesta es no saber la verdadera intención de los pensamientos en casos muy específicos como éste, opto por sonreír y creer que es envidia, me siento halagada y superior, sí, en algo muy superficial pero no se puede negar la importancia de las apariencias.
Después viene el novio de una de mis amigas, que si “te amo, te quiero”, no pienso decir una palabra sobre eso ni aconsejarla, ella no entendería cómo sé que él no dice lo que siente, podría llegar a la errada conclusión de que me gusta él y no quiero involucrarme en esa situación, además a las mujeres no les gusta que sus amigas las juzguen o critiquen sus elecciones, por lo que un comentario
negativo sobre su pareja no sería bien visto.
Claro que no siempre es tan malo saber lo que otros piensan, he podido librarme de muchos hombres que tienen planes bastante extraños o son infieles. Ellos no parecen entender nada al momento de la despedida, que no tiene que ver con un hecho, un problema, una prueba, no les digo la razón porque ellos no pueden saber mi secreto bajo ninguna circunstancia.
Creo que muchas veces soy intolerante, porque, ¿quién no tiene un mal pensamiento? Eso es ser muy exigente, es imposible. En todo caso, sería ideal un hombre que tuviera su mente en blanco siempre, sin pensar en nada. Tal vez sería un poco triste, aburrido estar con alguien así pero me gustaría intentarlo. Mientras tanto, iré a la iglesia. No sabes lo cómico que es ver a tantas personas orando cuando tienen los pensamientos más pecaminosos, incluso cuando están confesándose, ¡es lo mejor!
Ser