Tras un largo recorrido, hemos pasado del intercambio de bienes y recursos, a un sistema basado en el dinero. Gastamos nuestra vida en obtenerlo, para conseguir lo que necesitamos y lo que nos hacen creer que necesitamos.
Lo tenemos en nuestras manos, lo sentimos, lo contamos, lo almacenamos y lo cambiamos. Sin darnos cuenta del poder que ejerce sobre nosotros. Somos sus esclavos, pero al ser aún físico podemos trasformarlo en nuestro servidor. Siguiendo el viejo precepto: “El dinero es un buen sirviente pero un muy mal amo”.
El problema está surgiendo lento pero inexorable. Se ha ido sustituyendo por trozos de plástico que invaden las carteras y monederos de todo el mundo. Haciendo perder la noción del monto total que en realidad se posee. Creando así aún más esclavitud inconsciente.
El paso final es la desaparición total y definitiva del dinero físico. La economía basada en criptomonedas parece un remedio contra el problema que sufre la población. Los bancos centrales no pueden meter sus garras en su valor, ya que no es físico ni se genera desde una entidad central. No puede ser regulado, y no puede ser pasto de la especulación financiera.
Pero… ¡ojo! que están surgiendo criptomonedas impulsadas desde entidades financieras, haciendo competencia a aquellas (como el bitcoin o el ethereum) surgidas desde y para el pueblo.
¿Qué ocurriría si éstas (las bancarias) terminan sustituyendo a las surgidas desde el pueblo? Hay que tener en cuenta que se camuflan, no dan la cara. O lo que es peor ¿qué pasaría si les desbancara la ciptomoneda surgida de un oligopolio como microsoft?
Estos son pequeños problemas. El más terrorífico, si duda, es pasar de una economía física a una digital. El poder quedaría por completo en manos desconocidas, pudiendo alterar quien tiene y quien no, haciendo aparecer y desaparecer el dinero. Y lo que es más, si un hacker roba, no hay responsabilidad por parte de nadie.
¿Es tan beneficioso el dinero online? Me da qué pensar.