estilo de vida,

Inconsciencia del Consumismo: 2. Los Residuos

Verónica Sierra Ponce de León Verónica Sierra Ponce de León Seguir May 21, 2019 · 3 mins lectura
Inconsciencia del Consumismo: 2. Los Residuos
Compartir

Los comercios están llenos de objetos que se van renovando cada vez en periodos mas cortos. Captan nuestra atención, los compramos, nos hacen felices y finalmente los desechamos. Tras ésto volvemos, compramos otro y lo arrojamos a la basura. Ad Infinitum.

Es genial tener tantas cosas tan al alcance, la humanidad jamás disfrutó de tantas cosas y tan variadas. Inundan nuestras vidas. Y nuestro planeta. ¿Qué pasa con ese objeto, el que sea, que ya no lo queremos? ¿Ha dejado de ser útil? ¿Cuántos recursos han sido necesarios para crearlo? ¿Cuántos recursos desperdiciamos al deshacernos de él?

La generación que nos precede pasó por épocas de carestía, el desperdicio era casi como un pecado. Sabían reutilizar todo aquello que tuvieran al alcance. Aunque bien es cierto que productos sofisticados nunca tuvieron, ya que aún no existían o eran de uso exclusivo militar. Recordemos que el origen de la tecnología empezó como uso militar. Microondas, GPS, móvil… Poco a poco éstos avances fueron llegando a la vida de nuestros predecesores. La carestía iba desapareciendo, y no dudaron en dárnoslo a nosotros bajo el lema de “lo que no tuve yo, que lo tengan mis hijos”, olvidándose en muchos casos de enseñarnos el esfuerzo que conlleva fabricar algo, y el residuo posterior que deja. Quizá porque se desconocía o porque nadie se preguntó. Pero de mi generación, por lo que observo, nadie se pregunta de dónde procede lo que compra, cuánto ha costado su fabricación y cuánto cuesta su desecho. Sólo se dejan, tristemente, embaucar por la novedad, por la industria publicitaria que apela a sus emociones más básicas. La única idea que nos meten y en la que por desgracia nos han educado, es la de consume para ser más, consume para ser feliz, consume para hallarte a ti mismo. ¿Qué locura es ésta?

La pregunta que yo me hago es, ¿no serán más bien los residuos los que nos definen como sociedad? ¡Ah! que no los vemos y por eso no los identificamos. No somos conscientes de ellos. Como son tan feos e inútiles pedimos que los lleven lejos. Tan lejos como a África o Asia, donde quedan ocultos a nuestra vista. Nosotros ya hemos disfrutado del objeto en cuestión, pero el residuo no es nuestro problema. Eso es para el Tercer Mundo. ¿Verdad?

Hemos inundado y seguimos inundando sus tierras, como están lejos y ellos no nos importan. ¿Son ciudadanos de segunda? Parece ser que sí. Y en caso de no aceptarlos se los mandamos haciendo una triquiñuela, los denominamos como segunda mano y listo. Y ya ellos verán qué hacen, si consiguen reciclar algo o darles una segunda vida, pues eso que se llevan. Pero la realidad no es así. Les enviamos ingentes cantidades de cosas que ya no funcionan; algunas sí y se arreglan o no es necesario reparar porque funcionan, pero son las menos. La inmensa mayoría no sirve, son nuestros residuos. Se los arrojamos a la cara contaminando sus países y haciéndoles que “trabajen reciclando” sin medidas de seguridad ni de salud. Como no son personas… pues no importa. O mejor dicho, como no son como nosotros pues que se las apañen.

Nuestra tecnología contamina sus suelos, su aire, contamina sus vidas. Nuestra ropa inunda sus mercados locales destruyéndolos porque no pueden competir con los precios tan ínfimos de la ropa que les enviamos como caridad.

Nuestro ego exacerbado, nuestra avaricia destruye, pero somos ciegos. Nadie quiere abrir los ojos.

Y el delito es aún mayor por nuestra parte ya que a las siguientes generaciones, no les enseñamos estas verdades, más bien al contrario, les aupamos hacia el consumismo, les enseñamos a que quieran todo ya y sin esfuerzo, sin ver la huella dejada tras de sí.

Deberíamos de pararnos y pensar. ¿Hacia dónde nos lleva todo ésto? ¿Es necesario cambiar un objeto en breves espacios de tiempo? ¿Qué les estamos enseñando a los adultos del mañana? ¿Les estamos dejando un mundo mejor?

Suscribete a la Newsletter
Recibe los mejores articulos en tu bandeja de entrada. Nunca mandaremos spam.
Verónica Sierra Ponce de León
Escrito por Verónica Sierra Ponce de León