No es mi estilo escribir sobre política, pero precisamente la situación de Venezuela dejó de ser un tema político para mí. Desde fuera es catalogada como crisis política, pero desde dentro es mi madre agonizando, un sentimiento de dolor, decepción, no sé cuántas emociones más, revolotean en mi cabeza y corazón.
¿Dónde está mi Venezuela? ese país chévere que no tiene 4 estaciones que trascurren en el año, sino que por carretera o avión me encontraba con ellas… Invierno en los Andes, verano en las costas del Mar Caribe, otoño en los Parques Nacionales con hermosas alfombras de hojas, y una eterna primavera en los llanos, oriente y occidente. ¿Dónde está esa alegría de celebrar en familia hasta el aniversario del perrito, celebrar en los frentes de las casas?
¿Dónde está ese país, que te permitía estudiar y soñar? Ver cumplidas tus metas era tu recompensa. La única preocupación de hacer el mercado era escoger entre tantas marcas y tipos de productos. ¿Dónde el respeto, el amor a Dios, a la Virgen, a la tierra, a las buenas costumbres? era el tema de tonadas y coplas, de versos llenos de sentir venezolano, con sabor a campo, a prosperidad, a grandeza, a Libertad.
Salgo a las calles, viendo por donde camino y el cielo que me circunda, me doy cuenta que es el mismo de siempre, pero veo al peatón, al que va en su carro, al que está en la cola y ya no es mi Venezuela. Caras tristes, ojos sin brillo, preocupación, hambre, miseria… eso se respira en mi país.
A mi Venezuela, no le gusta la dictadura, las muertes, extorsiones, vicios, mentiras, fascismo, delincuencia, corrupción. Está cansada, convulsiona de dolor, al ver a sus hijos sufrir y morir.
¡Devuélveme a mi Venezuela! la quiero conmigo libre, sanar sus heridas con trabajo y tesón. Recoger sus pedacitos y armar el mapa de oportunidades, sueños, talento, riquezas naturales. Atraer el recurso más importante que se ha ido: los venezolanos.
¡Inspírate a reconstruir tu país!
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