Cada encuentro es más afanado. Cada momento de disfrute es menos disfrutado. ¿Es que acaso ahora, con tanta tecnología y nuevos divertimentos cada día, nos olvidamos de nuestra propia naturaleza? ¿Acaso hemos cambiado el disfrute de una caricia por dos horas en la PC? Cada vez somos menos los que disfrutamos los detalles que nos humanizan… Una taza de café, el observar el golpeteo de la lluvia en la ventana, ¡una vivificante sesión de sexo!
Por otro lado, la idealización del encuentro sexual ha venido a crear hombres frustrados y mujeres insatisfechas… El arquetipo de hombre, es aquél que mide más de 15 centímetros. La mujer perfecta ha de ser multiorgásmica, entre otras características. Se nos está olvidando que la magia y el disfrute está en el acoplamiento, en el disfrute de todo el proceso… ¡Que hacer el amor no es solo el acto en sí! Es más. Comienza con amarnos a nosotros mismos y pasa por respetar y valorar las cualidades de nuestra pareja, por encontrar goce en nuestro propio ritmo.
¡Pero es que la proliferación de relaciones casuales no nos permite encontrar ese ritmo! No podemos pensar -egoístamente- que nos funcionará lo mismo con la número 15 que con la número 27 y las sucesivas. Cada persona es única y por lo tanto siente diferente, disfruta diferente. Nada más gratificante que disfrutar y hacer disfrutar. Eso generalmente no se logra en plenitud a la primera. Es un constante redescubrir de nuestra intimidad, de lo que nos gusta, ¡de lo que nos hace vibrar! Debemos comprender que en cada encuentro tenemos una nueva oportunidad de ser plenos, plenamente felices, plenamente satisfechos; una nueva oportunidad de experimentar sensaciones totalmente diferentes.
Nada está escrito en el sexo, pero si he de sugerir algo es dejar de lado los clichés y los prejuicios.
Uno de menos de 15 centímetros nos puede hacer sentir mucho.
Un solo orgasmo puede ser el mejor de todos.
Cierren la puerta.
Abran la mente.
Incorrecto