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La idílica república: del odio al amor

David Martínez Fonseca David Martínez Fonseca Seguir Jun 27, 2019 · 6 mins lectura
La idílica república: del odio al amor
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La dictadura de Primo de Rivera, que se instauró en 1923, coincidió con una buena coyuntura económica internacional. Esto le permitió llevar a cabo una gestión que, más o menos, benefició al pueblo español. Sin embargo, tras el crack del 29, las estructuras del régimen quedaron afectadas. Poco a poco, Primo de Rivera iría perdiendo los apoyos que en un principio había tenido. Momento en el que aparecería, en escena, el republicanismo.

Aprovechándose del malestar social se acercarían hacía los sectores más descontentos. Por ello, en San Sebastián, se reunirían los representantes de todos los partidos republicanos. Del mismo modo, también se avendrían las organizaciones obreras del PSOE, UGT y nacionalistas catalanes, vascos y gallegos. El objetivo de todos ellos era traer la democracia en forma de República y, con ella, modernizar España.

Las complicidades que mantuvo la monarquía con Primo de Rivera, perjudicarían la imagen de la primera. De manera que fue el desprestigio del rey lo que facilitó la llegada de la República y no la existencia de un movimiento republicano potente. La sociedad española reclamaba cambios de verdad. Por esta razón, en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 ganaron las candidaturas republicanas.

En consecuencia se formaría un gobierno provisional que convocaría comicios electorales para cortes constituyentes. Saldría un gabinete integrado por republicanos de izquierdas y el PSOE. A pesar de todo, contemplado desde una perspectiva histórica, el proyecto republicano de los años 1931-1933 fue un fracaso. La desilusión no tardaría en extenderse entre aquellos que habían depositado sus esperanzas en la joven República. De ahí a que las hostilidades no vinieron tan solo desde los sectores conservadores, sino que también desde la propia izquierda.

En efecto, la CNT-FAI, que era la mayor organización sindical, se impacientó por la lentitud de acción que mostraba el gobierno progresista ante la delicada situación del país. La reforma agraria que salió a la luz, en la práctica, resulto ser insignificante. Sumado a ello, la vida de los trabajadores no se veía mejorada en las ciudades. De ahí a que los anarcosindicalistas apreciasen en el régimen republicano un modelo más de actuación capitalista que continuaba perpetuando una sociedad de clases, perjudiciales para los campesinos y obreros. Tan solo una revolución social podría librarles de su yugo. Postura, compartida por un Partido Comunista, que en aquellos tiempos representaba una fuerza muy residual.

Tan solo el PSOE y la UGT dieron apoyo, al principio, a la República. No obstante, serían las implicaciones del gobierno republicano-socialista en la represión de las revueltas anarcosindicalistas, producidas entre 1932-1933, las que provocaría una grave crisis dentro del partido. El episodio más turbio fue el de la localidad gaditana de Casas Viejas. Las responsabilidades de los socialistas ensuciaron su reputación, hecho que consumó su distanciamiento y ruptura con los republicanos en las elecciones de 1933.

La victoria electoral de la derecha precipitó la evolución de los partidos hacía posturas extremistas. El PSOE radicalizaría su discurso adoptando algunos de los puntos que defendían los comunistas. Mientras que la CNT-FAI fomentaría sus actividades insurrectas. Esto se debió al desmantelamiento de las iniciativas de la anterior administración. Porque las consideraba que habían ido demasiado lejos. Siendo el primer toque de atención para la izquierda.

Sin embargo, sería la entrada de la CEDA al mando de tres carteras ministeriales en 1934 lo que provocaría su mayor temor. En Alemania Hitler había ganado las elecciones y en Austria el general Dollfuss aplastado la oposición socialista. Por esta razón, las izquierdas se alarmaron ante lo que consideraron como la entrada en el poder de un fascismo que recorría Europa . En cualquier caso, la CEDA no era un partido abiertamente fascista. Aceptaba la forma de organización republicana pero no a sus leyes anticatólicas, por lo tanto, estaríamos hablando de una organización monárquica y conservadora que pretendía revisar la Constitución.

La revolución de Asturias de 1934 fue la mayor representación de aquella escalada revolucionaria. Por lo que sigue, las consecuencias serían muy duras. Cientos de rebeldes fueron fusilados, las detenciones se contaron por miles y muchos detenidos fueron torturados durante los interrogatorios.

Asimismo, todo ello animaría ahora a que las izquierdas se replantearan la necesidad de unir sus fuerzas y revertir la situación que había tomado la República. El resultado fue la creación de una candidatura unitaria que se presentaría para las elecciones de 1936. Dicha alianza agruparía a republicanos de izquierdas, socialistas y comunistas. La base de su unidad era la amnistía de los presos políticos de 1934, el volver a aplicar las medidas de 1931 y el profundizar sobre las cuestiones de materia social y democrática.

Por lo que respecta a la CNT-FAI, atrás quedaría el lenguaje agresivo hacia el republicanismo. Llegando a no pedir a sus militantes la abstención por lo que se podría considerar como un apoyo indirecto.El Frente Popular obtendría la victoria. Los socialistas no formaría parte del nuevo gobierno, aunque si lo sostendrían parlamentariamente como habían prometido. Esto se debe a que no incluyeron en su programa sus propuestas de nacionalizaciones de la economía. Pero su temor a que la derecha ostentase de nuevo el poder, como en 1933-1936, le haría recapacitar y apoyarlos.

La llegada de la República se dio por el descrédito de una monarquía que había perdida su legitimidad. Así pues, daba igual que forma de sistema político la substituyese. Tan solo importaba lo que podría traer consigo. El republicanismo aprovechó esta ventaja ofreciendo un proyecto esperanzador. No obstante, a su vez, esto le supuso un arma de doble filo. Porque cuando se vio limitado para transformar España, de repente llegarían las decepciones. Y en consecuencia, sus oponentes. Las filas de la derecha radical se engrosaron así como los de la incansable izquierda revolucionaria.

Por supuesto que se aplicaron reformas necesarias e, incluso, innovadoras para su tiempo. Asimismo, no acabaron de abordar los problemas estructurales que la sociedad española todavía arrastraba desde el siglo XIX. No hay que olvidar que la Segunda República fue un régimen democrático de tintes izquierdistas, pero para nada fue revolucionario. Es decir, su base económica se regía por las normas del capital. Por esta razón resulta asombrosa la idealización que hace una parte importante de la izquierda en la actualidad sobre un periodo que tuvo sus luces y sus sombras.

La clave reside en el hecho de que tras la derrota del bando republicano y su posterior humillación bajo el régimen de Francisco Franco, la República se haya querido idealizar. Olvidando que sus gobiernos aplicaron duras represiones sobre anarquistas, socialistas y comunistas. Los cuales, serían estos, los que la defenderían ante los golpistas en 1936-1939.

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David Martínez Fonseca
Escrito por David Martínez Fonseca