Días vacíos he pasado yo últimamente, abrumado por las negras circunstancias que me rodean. Busco sentir, explorar, pero no hay emoción, conexión entre lo que hago y mi mente. Me siento desconectado, sin escape. No me preocupo por esto, porque realmente una parte de mí cree que lo necesita. ¿Una etapa, una transformación? Puede ser, pero si ni siquiera lo sé yo, menos lo sabrás tú. Debe ser que el hambre me está afectando y por eso no estoy haciendo mis cosas como suelo hacer, de hecho, tengo hambre ahora. Me tocará beber agua o café para disimular el dolor de la carencia nutricional, o tal solo distraerme viendo algo que ya he visto antes.
Pero después del estrés viene una estoica aceptación, que es lo mejor que puedo hacer. Llueve, las ideas van y vienen, tras la niebla viene la claridad, que ahora estoy sintiendo, y por eso escribo esto. Así, sin edición, sin más. Y así como llueve de repente y después vuelve la luz, me acuesto sobre la cama y mi gato se acuesta en mis piernas, me calienta, me acompaña. Y a pesar de todo, ese solo detalle me hace demasiado feliz.
E incluso, por un breve momento siento que no puedo serlo más. Y te das cuenta que tienes motivos para seguir resistiendo, y que podrás, porque lo peor ya ha pasado. Llegado ese instante, dejo de pensar, cierro los ojos y durmiéndome espero que mañana sea un día mejor.
Hey, y si nadie te lo ha dicho, te lo digo yo: tú también podrás.
Good night.
330 días