Me pregunta qué estoy pensando, es difícil responder, más para mi pues pienso en muchas cosas, pero en este momento me atrapa la incertidumbre. Muchas veces me han dicho “para atrás ni para coger impulso” pero creo que esa forma de pensar está mal, porque todos en un momento retrocedemos, por errores, por problemas u otras razones, pero de eso se trata la vida, de un constante movimiento, lo realmente importante es seguir siempre intentando avanzar, aunque en muchos momentos puedas no hacerlo a pesar de un gran esfuerzo, pero en el universo no hay nada inamovible, porque no hay nada imparable.
La vida como escribí alguna vez en una de mis notas, es un cúmulo de contradicciones, es como una risa irónica del destino. Siempre he creído que todos tenemos un rol en el universo, todo forma parte de un reloj escandalosamente complejo y es en esa complejidad donde comienza la ironía de poder encontrar nuestro rol, nuestra función, nuestro pedacito de mundo donde realmente somos felices y podemos sentirnos realizados.
La felicidad más que un qué, es una forma de caminar, de conducirnos por la vida, pero sabemos ¿cómo caminar? ¿Quién puede mostrarnos? Pues alguien que ya lo ha recorrido sería lo más lógico, la cuestión es que no hay una formula mágica, muchos aseguran que tienen esa fórmula para la felicidad, basándose en el camino que ellos han recorrido pero cometen un error al tratar de que otros sigan el mismo camino, pues cada camino es individual y único aunque los consejos y tutorías son válidas, siempre deben hacerse desde la concepción de respeto y reconocimiento de la singularidad de cada ser humano.
Entendiendo que la felicidad no tiene un mapa, solo es un medio de trasporte en donde decidimos subirnos y recorrer nuestra vida y que debe conducirnos a nuestra realización personal, con lo que puedo resumir, que la vida es una sola y hay que vivirla con entereza y valentía, disfrutando de todo lo bueno que nos acontece, aprendiendo de los errores y caminando a nuestras metas sin desistir nunca.
Es allí donde nos encontramos con la ironía porque, si nos detenemos, si nos cansamos, si pensamos en abandonar y a veces hasta lo hacemos, sentimos que estamos estancados, que nada avanza, que nuestro tren se pasó pero siempre hay una segunda oportunidad. Detenerse no significa desistir, ríete del odioso sarcasmo del destino y dile que no sabe de lo que eres capaz y sigue caminando, no importa lo que pase, camina, ríete y camina a tu meta.