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Despertar Espiritual o de la Conciencia

Carlos A. Osorio Yañez Carlos A. Osorio Yañez Seguir Jul 23, 2019 · 7 mins lectura
Despertar Espiritual o de la Conciencia
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El despertar espiritual, también llamado despertar de la conciencia, abrir el tercer ojo, el Nirvana, movimiento oceánico, entre otros. Ese momento en el que sientes, que las cosas en general no cuadran del todo, miras a tu alrededor, analizas tu vida, a los que te rodean, al mundo en general y a ti mismo; detectas un actuar automático, monótono, casi como si fuéramos todos seres programados.

Todos en la búsqueda de la felicidad, pintada en un lienzo de mentiras, las cuales admiramos como verdades absolutas. En búsqueda de progreso, dinero, éxito, relaciones por montones, deseos y ambiciones por las cuales luchamos, no dudamos ni un segundo de la felicidad que está al alcanzarlas, pero ¿qué pasa tras alcanzarlas después de tanto esfuerzo? si, nos sentimos bien… temporalmente, ¿y después? aquel sentimiento desaparece y nos planteamos un nuevo objetivo para volver a obtener aquella supuesta felicidad.

Entonces cuando despertamos, podemos ver todo esto, podemos entenderlo, nos damos cuenta de que es una constante búsqueda, un deseo ilimitado que nos lleva a una insatisfacción ilimitada, todo por una felicidad que nos enseñaron: se encuentra fuera de nosotros, en cosas, personas, lugares; fuera de nosotros está, fuera de nosotros se queda, hasta que entendemos a través de nuestra conciencia, que la felicidad, más pura, más bella y real, se encuentra dentro de nosotros mismos.

Empezamos a cuestionarnos, ¿por qué somos como somos? ¿por qué actuamos como lo hacemos? ¿por qué esto y por qué lo otro? Teniendo como resultado respuestas vacías y desalentadoras, sin darnos cuenta actuábamos inconscientemente, actuábamos de una u otra manera para encajar mejor dentro de lo que nuestro cerebro entendió como sociedad. Nos veíamos de tal manera con la cual agradábamos más a nuestro grupo social determinado, hablábamos pensábamos y actuábamos como ellos, dejando nuestro pensamiento, nuestro ser y nuestra crítica de lado, o peor aún, absorbíamos de tal forma la información que creíamos que era nuestra.

Desde tiempos antiguos los humanos tendemos a ser seres sociales, pues la soledad en tiempos prehistóricos significaba la muerte segura; tú, solo contra un león o un oso no tenías ninguna oportunidad, pero cuando eran 20 seres humanos la supervivencia prevalecía, de allí lo que hoy conocemos como supervivencia social, esta capacidad de adaptarnos a los grupos sociales por los cuales nos encontramos rodeados, por los cuales nos sentimos protegidos; de estos absorbemos la cultura como individuos y nos apropiamos de una forma de actuar automática, natural, casi sin darnos cuenta. Evadimos el natural miedo a la soledad, pues en estos grupos, ya sea la familia, amigos, tribus urbanas, nación, etc.; nos acogen y nos dan un valor.

Aristóteles veía la familia como una institución natural, pues se tiende de forma instintiva a crear el hogar y a reproducirnos, así mismo Aristóteles veía al Estado, pues en la misma tarea de ser sociales y resolver las necesidades en conjunto, debido que es más fácil y productivo, se crea el Estado como una gran familia. Entonces no debemos culparnos por nuestro actuar inconsciente y social, pues este es natural. Pero cuando salimos de la caverna, como Platón con su famosa alegoría, podemos ver como todos se encuentran allí, sin percatarse, sin dudar, viviendo la vida que les enseñaron a vivir, en lo que muchos llaman La Matrix, o mejor conocido como El Sistema: El sistema en el que vivimos, estudiamos, producimos dinero, hacemos parte del engranaje mundial de la economía y consumimos hasta morir.

Pero nosotros sentimos, que hay algo más, reconocemos en nosotros no solo un cuerpo, sino también una mente, un espíritu, y este se manifiesta a través del sentir: sentimos el amor y la belleza de la naturaleza, la dicha de existir, notamos lo pequeños que somos en el universo y sentimos que nos espera un trascender, nuestro sentir nos lo dice, la vida no puede ser solo esto, inconformes con este sistema pobre, impulsado por la banalidad, las riquezas, el deseo, el orgullo, la vanidad, la competencia y el egoísmo; pues todos en él quieren más, quieren ser y tener más que los demás, cueste lo que cueste. Pasando por encima no solo de otros seres humanos, llevándonos a nuestro paso a los animales y ecosistemas llenos de seres vivos que merecen habitar en este planeta al igual que nosotros, pero al sistema solo le interesa sostener al sistema, que este siga funcionando.

No se puede ser más de lo que ya somos, pues somos parte de un todo, somos todo y no nos falta nada. Damos nuestro tiempo de vida, por un papel muerto, que nos promete deseos efímeros. Parece absurdo que esto sea la vida, pues todo esto nos es más que la creación humana y no es por desmeritar por completo el sistema económico, político y social, pues este es el resultado de un proceso histórico de evolución y desarrollo, pero este no deja de ser creación nuestra y para nuestro espíritu poco importa todo esto.

Al despertar comenzamos a recorrer el principio de un gran camino que para nosotros es eterno, y en él, aprendemos cada día, mejoramos cada día, nos sentimos mejor cada segundo, podemos ver a nuestro alrededor y ver todo lo bello, lo privilegiados que somos, vemos todo lo que tenemos, vemos todo lo que nos sobra, vemos la belleza de toda la naturaleza, de cada planta, de cada animal nos sentimos dichosos de existir, de lo magnífico que es el cielo y sus formas, lo majestuoso que resulta ver los pájaros volar hacia su destino, el placer que da escuchar al río fluir, sentimos la energía del aire cuando las brisas nos acarician, pequeños detalles que siempre han estado allí, que pasan desapercibidos para la mayoría, pero ahora nosotros, privilegiados, podemos apreciar la existencia a través de cada uno de ellos y como no ser feliz cada instante.

Vemos a todos los seres en sus propios caminos, pues no importa que tanto o tan poco hayan recorrido, todos están donde tienen que estar, en su propio proceso y todos avanzamos siempre. A esta constante, se le llama Evolución, y no es solo en el sentido biológico como especie, ni social, con todo el avance de la humanidad, es también espiritual, un camino que nos lleva inminentemente hacia el bien, hacia Dios o hacia el Todo. Esto a través de una conexión con nosotros mismos, con nuestro espíritu, pues en este reside, toda la trascendencia y nuestra religión, que significa originalmente: relación con Dios.

Sócrates y Platón, definían a Dios, como el Bien, todo lo bueno y el origen de la felicidad, a este nos acercamos a través de la búsqueda de la virtud, ósea todas las cualidades que nos hacen buenos, pues a esto tendemos naturalmente; tender a la virtud es muy acertado en nuestro camino espiritual, pues si Dios es la virtud infinita, como más seamos como él, más cerca estaremos de él. Aristóteles define a Dios como el acto puro, que mueve todos los actos y también goce y felicidad infinita, muy acertado, pues todo lo que existe, incluyendo el universo, no pudo salir de la nada, pues si saliera de la nada, la nada sería Dios.

La causa de causas, el creador de todo lo que existe, de todos los seres en el mundo y por esto mismo se dice, que todo lo que existe está dentro del Todo, y este de igual forma está en todo lo que existe. Incluyendo en nosotros, los humanos. Ese es nuestro espíritu, lo que nos conecta con Dios, por esto al despertar, no hay forma de volver a dormir, de volver a ser ciegos y solo queda, una vida de constante mejora, de gran dicha y prosperidad, pues quien está en manos del Todo, no tiene nada que temer. Nuestro camino nos guía entonces, a ser buenos, a ser agradecidos, a ser conscientes y con esto, como resultado infalible, atraeremos todo lo bueno a nuestras vidas y cada día de existencia será un dichoso privilegio, ¿Y tú, ya despertaste?

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