Mi azul del cielo,
brillo delicado de luna,
latente consuelo
que en brazos me acuna.
Permite que la brisa
consuma tu pena,
y la marea devuelva tu risa
para cantarle a mi sirena.
Mientras bailas en las calles de Cuba,
envolviendo el aire con el fantasma de tu aroma,
yo te espero en las playas de Aruba
y en los barrios de Roma.