ocio,

Final

Daniela Castillo Daniela Castillo Seguir Aug 14, 2019 · 2 mins lectura
Final
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No era un día normal, tomaba café como casi nunca lo hago, presagiando cuan diferente sería de ahora en adelante. Desperté temprano, así me permitiría fortalecer el cuerpo para una segura muerte del alma. Dos cucharadas de cacao en polvo sin azúcar para probar algo nuevo, sin embargo fue más amargo de lo que esperaba ¿cómo alejé el dulce que tanto ansiaba?

Luego de varios días que fueron una eternidad para mi, salí a ver a quien con tanto fervor esperaba mi cuerpo sentir un día a la semana; pero no fue como siempre, tomé otro rumbo y sonó esa canción, ella deseaba decirme que estaba por suceder, después de una espera que se hizo mucho más larga donde nos reuniríamos llegó con los ojos decididos y melancólicos, un beso en la frente para olvidar los malos recuerdos y un abrazo por la espalda para evitar mi caída a la oscura depresión.

Se aferró a mi como un niño a su madre cuando tiene miedo, mientras sus lágrimas caían luego de preguntarle por quinta vez que le sucedía; entonces entendí, me puse de píe dispuesta a alejarme cuando comenzó a explicar porqué ya no podría volver a ver esos ojos llenos de amor y sentir sus manos acariciando mi cuerpo, de como no volveríamos a reír juntos con algún chiste interno, que en las mañanas y cada noche no podría recitarle mi amor eterno a él ni el hacia mi, que aunque sintiera mi vida caer y desplomarse, no podría acudir a sus besos o sus abrazos.

Y pensé, cada uno de los 1226 días, o más, que viví junto a él se desvanecerían desde entonces, ya no importarían todos aquellos planes que hicimos cuando era el amor y no la tristeza la que rodeaba nuestras vidas, de nada serviría pedirle una y otra vez que no dejara pasar lo que hubiese sido la gran historia de amor de su vida y también de la mía, tampoco pedirle que recordara aquel día en que le dije que lo amaba, cuando tenía tanto temor de que no sintiera lo mismo; por lo cual se lo susurré al oído, y el respondió sonriendo y con lágrimas de alegría : yo también; como extraño ese día.

Desde entonces, no tomaría su mano fuerte y un poco acabada, y seguramente volvería la inseguridad que el destruiría. Un vaso de agua deseando que fuera tequila, para borrar las penas y empezar la nueva vida.

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Daniela Castillo
Escrito por Daniela Castillo Seguir