Sin investigación científica no hay avance; pero ésta tiene un pasado, presente y futuro un tanto oscuro.
Partamos del método científico. Éste se basa en la observación de un fenómeno y su evolución. Comprobar qué resultado final tiene y extraer conclusiones a partir de los hechos. A raí de ello se formulan teorías, se intenta experimentar con diversas soluciones, y se comprueba cuál es la más eficaz. Se repite el ensayo para verificar los resultados y ya estará la investigación completada. Con ello se aportará la solución al problema inicial; sea una enfermedad, determinar factores genéticos o sacar un nuevo producto al mercado.
Sus beneficios son innegables, pero… hablemos de las oscuridades que tiene, ya que no todo se ha hecho de forma moral y aceptable.
Siempre he oído que la época en la que más avanzó la ciencia fue en la época de la 2ª Guerra Mundial. Recordemos las inyecciones de gasolina en el corazón para estimar reacción y tiempo, La inoculación de bacterias y virus en pares de gemelos, etc, por parte de los Nazis. Pero no fue la primera vez. Estados Unidos quiso probar la radioactividad sobre personas, y entre otros muchos, dieron un “medicamento”, que no era más que un líquido con radioisótopos a infantes. O cuando inocularon sífilis haciéndolo pasar por un tratamiento preventivo a una determinada población.
Tampoco olvidemos los experimentos realizados en países africanos, por las grandes compañías farmacéuticas europeas. Como el realizado en los 90 en Kano (Nigeria) sobre la meningitis.
Y qué decir del continente asiático. Corea del Norte y la obligación de comer hojas de col envenenadas para ver la acción sobre el organismo. O el conocido pero poco mencionado destacamento 731 de Japón con experimentos sobre el dolor y la congelación de miembros del cuerpo humano para romperlos a posteriori.
Éstos son algunos de los conocidos, imagine que otros se han hecho y se están realizando y son desconocidos. Todo en pos del avance. Todo para mejorar la durabilidad humana ¿Cierto?
La Política del más fuerte y su falso impulso de sostener la paz mundial