No sé cuánto tiempo paso desde la única vez que nos vimos por casualidad, ya pasaron lunas y cuerpos en la espera de hacernos real.
Nos debemos nuestra una última vez, aunque en realidad es la primera.
Nos debemos tiempo por las veces que pasamos imaginando estar juntos, tantas noches creando un universo paralelo donde nos abrazamos hasta el alma, donde nos urgía dormir con el calor de una ilusión.
Nos debemos sabernos con olor a sudor, sabernos en el caer de nuestros brazos, nos debemos esa desnudez llena de piel.
Nos debemos entonces ese brindis con la satisfacción de habernos tenido pese a todos los atardeceres que nos perdimos, por estar parados en diferentes esquinas del mundo, por no tener el valor de tomarnos la mano y decidir estar juntos.
Nos debemos pero la realidad que decidimos vivir es la que nos dejo en algún silencio cuestionándonos si era o no para nosotros, a vivir en algún momento con nostalgia de su nombre al despertar, de sus sabores, aunque solo recuerde pocos y los que soñaba, extrañando la posibilidad de saborear los malos ratos y reír con sus enojos, pero decidimos no hacerlo y alejarnos para vivir otra vida, una sin el nosotros.
ya nos nos debemos nada, lo dejamos ahí y podremos vivir quizá otra ilusión y espero esta vez no deberme una vida.