Y que esté bien claro: “Debemos luchar por amor. Pero por el propio. No es egoísmo, sus señorías, a veces olvidamos que también nosotros merecemos respeto y dignidad de parte de nuestra persona. Es eso que nos da poder y no para dominar. Nos da fuerza, miedo y coraje. El amor propio nos enseña a reaccionar y razonar. Nos hace hermosos, conscientes de que sino logramos pensar mucho más allá de nuestro egoísmo, nunca podremos llegar a ser justos. Pues, ser fiel a un ideal no significa egocentrismo sino más bien tener dignidad. No se llenen de aflicción, no tengo cólera, temor sí, pero rencor jamás. Yo aprendí a sanar, yo aprendí a perdonar y por sobre todo aprendí a amar. Hoy ustedes dictan en esta corte la sentencia que debería darme un juez, pero es la sentencia de un noble. Moriré sabiendo que a pesar de quebrantar mis ideales…. Nunca los dejé a un lado, ellos fueron y son parte de mi existencia” -El embajador-
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