¿Por qué hemos de vivir el mundo en búsqueda de seguridad? Es cierto que nuestro cerebro mecánico necesita del sentimiento de seguridad para adquirir una cierta eficiencia funcional, sin embargo desconocemos hasta qué grado de seguridad es pertinente para que la búsqueda de seguridad no se transforme en el eje del vivir. Entonces debemos preguntarnos, ¿qué busca la mente cuando busca seguridad? ¿Podemos darnos cuenta que la búsqueda de seguridad es la acción del pensamiento para establecer una creencia o una certeza indiscutida?
Observemos un instante nuestros pasados históricos y conductas y nos daremos cuenta rápidamente que vivimos el vivir cotidiano buscando seguridad. ¿Ejemplos?, pues bastantes: desarrollo de una carrera profesional, ideologías políticas y religiosas, creencias de cómo somos y cómo debemos ser, patrones de conducta, búsqueda de felicidad o del amor, ansias de poder o de un porvenir próspero, y un largo etcétera. Ahora bien, si aceptamos que nuestro movimiento psicológico cotidiano es la búsqueda de la seguridad entonces debemos aceptar, en forma lógica y coherente, que somos tremendamente inseguros. De aquí, el reconocer aquella inseguridad como real sin caer en acciones que oculten la inseguridad (como las mencionadas inicialmente), nos permite conocer la naturaleza de nuestra inseguridad y por consiguiente conocernos; un ver, observar y reflexionar sobre dónde están las causas de la inseguridad, ejercicio totalmente distinto al de buscar la seguridad en el mundo externo (materia) o en el mundo interno (mente), estableciendo, por consiguiente, ciertas creencias o patrones de conducta en el tiempo e identificándonos con ellas.
La búsqueda de la seguridad retuerce el camino de la aceptación. La mente en desorden obtendrá una solución desordenada al supuesto problema, buscando dicha seguridad y su esperanza muchas veces en la materia. Y así hemos vivido: luchando por riquezas, deseando obtener un mejor puesto de trabajo, aceptando un consumismo desenfrenado. Hemos hecho nacer al materialismo y hemos hecho del materialismo un sinónimo de construcción de una sociedad civilizada, la que ha llegado a hipotecar la vida de especies biológicas incluida la de los humanos. Buscamos la seguridad hacia lo externo cayendo en un movimiento erróneo que desgasta energía. Si yo reflexiono en qué es la seguridad y dónde busco la seguridad, llevo este movimiento externo a un movimiento interno, es decir, a la cualidad de mi mente. En este estado de exploración pura el pensamiento no trabaja en formar creencias; el único objetivo aquí es conocer nuestra naturaleza y por ende nuestra conducta, dando paso a la posibilidad de aceptarnos tal cual somos ¿No es acaso lógico construir una sociedad civilizada a partir de este punto?
Aquí es donde podemos entender que el sentido de la búsqueda de la seguridad es un sentido de búsqueda de orden en nuestra mente. No obstante, el hecho es que carecemos de orden, por lo tanto toda búsqueda se transformará en conflicto y, es este conflicto lo que ha hecho la vida conflictiva con nosotros mismos y con nuestras relaciones. ¿Por qué entonces ponderamos y valoramos nuestras creencias más que nuestras relaciones humanas?
La búsqueda de seguridad psicológica es la búsqueda de certezas pero, ¿existen realmente las certezas? Muchos pensamos que se puede controlar lo que se vive y lo hacemos sin duda para sentirnos seguros en lo que vivimos, con la sensación de que nuestro hacer tiene una dirección y que depende solo de decisiones. Pero, ¿es esto coherente? Si las consecuencias en mi vida dependen de las causas escogidas por mi persona, la certeza es una ilusión del vivir. Puedo tener certeza de un limitado campo observable, pero existen incalculables factores que circundan la experiencia los cuales son ajenos a nuestro análisis y comprensión. Convivimos cotidianamente con la incertidumbre y esta es la realidad que nos acompaña.
El hecho de vivir es en la incertidumbre. En la incertidumbre está la posibilidad y en la posibilidad están los cambios en el pensamiento y en la conducta. Si el vivir fuera de certeza absoluta no existiría la posibilidad del vivir en otra dirección, por consiguiente el pensar y lo conductual estarían fijos e inmutables durante toda nuestra vida, lo cual es evidentemente falso.
El ser humano es pura posibilidad. Notemos que las posibilidades que nos entrega la incertidumbre son “formas” que dependen de lo humano, es decir, el campo de posibilidades que vivimos y la elección de alguna de sus formas es el único aspecto de control al que podemos acceder.
Una conducta en coherencia con lo humano y con la Naturaleza trascendiendo las desajustadas ideologías que cubren nuestras consciencias, permite aceptar las incertidumbres del vivir cotidiano y reconocer que la seguridad es en el fondo, la aceptación de que no existe seguridad alguna. A partir de aquí, ¿podemos suspender el contenido de nuestras creencias cuando se trata de lo puramente humano? ¿No es ese acaso el mensaje de nuestros tiempos?