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Lenguaje Inclusivo

Francisco Solanes Francisco Solanes Seguir Nov 30, 2019 · 2 mins lectura
Lenguaje Inclusivo
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Según el marxismo, durante toda la historia han existido entes dominadores y entes dominados cuya lucha pone al mundo en movimiento. Siempre que hay un poder, hay alguien que lo está ejerciendo. El “lenguaje inclusivo” trata de desterrar estas formas de poder del lenguaje. Un ejemplo es no utilizar el género gramatical masculino como englobador, decir “alumnos” para referirnos tanto a alumnos como alumnas. Se proponen varias alternativas (usar la x o la @) para romper con esta exclusión del lenguaje (de la sociedad) de identidades que escapan al binarismo hombre-mujer.

El lenguaje inclusivo levanta una bandera contra instituciones que ejercen un poder sobre el lenguaje (por ejemplo, la Real Academia Española) añadiendo un eslabón más a la cadena de fuerzas opositoras que hacen la historia. Lo primero que noté cuando me propuse reflexionar sobre este enfrentamiento fue lo paradójico de defender la inclusión a través de una lucha de poder; si el lenguaje inclusivo ganará se transformaría en un nuevo poder dominante que despertaría una nueva futura lucha. Pero busquemos ahondar un poco más.

Hoy en día no solo están excluidos del lenguaje aquellos que escapan al binarismo hombre-mujer sino todos aquellos a quienes los parámetros de nuestra cultura y de nuestro sistema social marginan. Podemos hablar de inmigrantes, de indigentes, de presos, de ancianos, de aquellos que por alguna discapacidad quedan excluidos de nuestros circuitos comunicativos (ciegos o sordos por ejemplo) y de tantos otros. Hacer un lenguaje inclusivo debería ir entonces mucho más allá de un tema gramatical porque el lenguaje en sí es lo que incluye.

Si de verdad queremos ser inclusivos debemos buscar que cada vez sean más los que puedan acceder a la palabra. Sentirte libre claramente de escribir con x o @ porque el lenguaje es tuyo. Escucha “El Fantasma de la máquina” (programa de radio de la gente en situación de calle), al que te pide una moneda háblale; métete en las cárceles, en los equipos de rugby, en los talleres de Literatura, en las tutorías para universitarios que ahí se imparten. Toma un curso de braile del Servac en la Uncuyo que es gratis, aprende lenguaje de señas, conoce la Casa del Migrante o los hogares de ancianos que tanto tienen para decir.

El lenguaje es una manera de interpretar el mundo, es una respuesta a ese mundo y si solo la seguimos dando con luchas ideológicas es poder para nosotros lo que buscamos. Podemos correr el riesgo de tener un título universitario y no haber hecho más que alimentar nuestro ego durante 25 años sin que la pregunta por el otro nos haya cruzado.

Ser inclusivo es renunciar, renunciar al poder sobre nuestro tiempo, sobre nuestra plata, sobre nuestras ideas. Más que una lucha de poder, esta debería ser una lucha de renuncia donde en mi yo haga un espacio para un tú que, durmiendo debajo de un puente, desde una celda o desde el fondo de una adicción, busca a través de toda la historia, quien le de una palabra.

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Francisco Solanes
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