“La unión hace la fuerza” nos dijeron tanto tiempo. Estuvimos dormidos tantos años reparando en los puntos de desencuentro y sin encontrarnos nunca. Años de pacíficas y diversas marchas sin transversalidad, sin fe en la política y en las organizaciones sociales. Sin esperanzas reales y concretas. Desencantados de los partidos, conglomerados, las militancias. Desconfiando de las causas sociales y buscando quienes convocaban, siempre esperando encontrar la letra pequeña dentro de las demandas sociales. Tanto tiempo conectados a la radio, a la televisión, viendo novelas y noticiarios que nos hacían odiarnos entre todos, que nos generaban miedo de saludar al vecino. Miedo de los “vándalos”, miedo de “los encapuchados”, miedo a los enfrentamientos, miedo a los cambios. Miedo a conversar sobre política, miedo a quejarnos. Miedo a la resistencia, al paro, al despido, al reproche.
Y de pronto, un día 18 de octubre nos encontramos y ya no tuvimos miedo, porque nos conocimos. Y apagamos la tele y salimos a la calle. Entonces nos dimos cuenta que nos mentían. Que podíamos trabajar menos y llegar a llenar plazas con nuestra esperanza. Que podíamos compartir con el vecino. Que las barricadas pueden ser eventos familiares en que las llamas iluminan las noches y abrigan a los más pequeños mientras golpean las cacerolas. Que hay espacio para conocernos y sonreír. Que podemos sacar lo mejor de nosotros. Que los “vándalos” son nuestra versión moderna de Robin Hood, que saquean grandes cadenas para regalar pañales a las madres y comida para repartir a los manifestantes. Que los locales pequeños no se tocan. Que hay que tenerle más miedo al carabinero que al “lumpen”. Que el “encapuchado” es el que pone el pecho para que la marcha arranque y que no teníamos que tenerle miedo.
Aprendimos que la tele mentía. Que las “fuerzas del orden y la ley” eran corruptas. Que nos querían meter miedo porque juntos somos poderosos.
Y entonces aparece la extrema derecha con sus chalecos amarillos acarreando a los sectores más acomodados y personas que no logran comprender el problema de fondo. Aparecen para fomentar la hostilidad, para meternos miedo, para dividirnos, para darnos una falsa imagen de “guerra civil”. Aparecen para generar incertidumbre y hacernos rememorar los tiempos previos a la dictadura.
Aparecen para situarnos en una situación de peligro, aparecen atacando para justificar medidas auto-golpistas como el estado de sitio. Aparecen como estrategia para poder limitar nuestro derecho a libre asociación y nuestro derecho a la libre circulación. Aparecen para condicionar nuestro derecho a la vida…
Quieren dividirnos, entonces tenemos que unirnos más que nunca.
Lenguaje Inclusivo