Coronavirus y los políticos.
Partamos de una verdad incuestionable: Estuviese quien estuviese en el gobierno, los errores se hubieran cometido. Tengamos en cuenta que esta situación que vivimos por el Covid 19, no se ha vivido nunca. Es un virus en constante evolución que presenta gran batalla y nos ha pillado sin arsenal. Hemos de aprender cada día cómo combatirlo. Hemos de ser adaptables, flexibles a la dificultad que se nos presenta. Y más allá de ello debe darnos ejemplo la clase política y el gremio sanitario.
El segundo ha demostrado su valía y su necesaria labor en nuestro día a día. Incluso falleciendo alguno por el camino. Sin tener muy claro con qué se enfrentaba, pero luchando a brazo partido.
Pasemos a reflexionar sobre los primeros, nuestros políticos. La situación les ha pillado fuera de juego y han actuado según sus ideales. Más allá de si contaban con más o la misma escasa información que la población, su forma de actuar ha dejado claro no sus intereses sino su estado madurativo como individuos pertenecientes a nuestra sociedad.
Los debates que se han producido, para informar a la población, para la aprobación de normas y modos de actuar, para la ampliación o no del estado de alarma, han sido poco menos que un patio de colegio. Pocas soluciones se han aportado, y menos se han llevado a cabo. Pero bien es cierto que ha habido ciertos sectores políticos que en vez de aportar ideas, reflexiones, estudios científicos, han basado sus discursos en el clásico “y tú más”. Y no sólo eso sino en manipulación informativa, acusaciones sin venir al tema y sin fundamento y sobretodo tratando de echar por tierra el trabajo y el esfuerzo supremo realizado por la población.
Así que invito a reflexionar: ¿Cuántos vamos a permitir vivir del cuento, y qué cuento vamos a dejar que nos digan? ¿Merece la pena tener el patio de colegio abierto y generando conflicto y gastos a la maltrecha y dolorida población trabajadora?
Esta situación excepcional debería hacernos recapacitar sobre lo que queremos de aquí en adelante. Qué rumbo tomar y a quién dejar que nos guíe.